lunes, 26 de enero de 2015

El fraude en ciencia (T10)

Una reflexión sobre el fraude y la ética, como la que se hace a través de los textos que se han propuesto, es fundamental para un investigador. Las personas que nos dedicamos a la investigación debemos ser conscientes de la facilidad de caer en este vicio y tomar las precauciones necesarias para evitarlo.

El tema que más me ha llamado la atención ha sido la publicación de resultados negativos. Los ejemplos que menciona Ben Goldacre en el video de Ted Talks son sin duda escandalosos. Mediante la publicación de resultados científicos rigurosos se está engañando a los lectores, ya que se ocultan otros experimentos igualmente rigurosos en los que el resultado ha sido el opuesto. Este ejemplo es un extremo, ya que las compañías farmacéuticas utilizan publicaciones científicas para avalar sus productos y, dada la cantidad de dinero que se genera, tienen un gran interés por obtener resultados positivos. En otros campos de la investigación, en los que el objetivo está más centrado en obtener conocimiento válido, el incentivo para introducir desviaciones en los resultados es menor.

El resto de lecturas del Libro de Texto me han hecho reflexionar sobre posibles incentivos a introducir desviaciones, muchas veces de forma inconsciente, en los resultados de las investigaciones. Llevado a mi campo de investigación, después de trabajar cierto tiempo con baterías de litio inevitablemente se les coge simpatía. Con simpatía me refiero a que cuando veo cualquier sistema eléctrico me da la impresión de que con una batería de litio podría funcionar mucho mejor, a que me siento, de cierta forma, orgulloso de las buenas características de estas baterías y a que, cuando alguien les saca algún inconveniente, las defiendo a capa y espada. Esta simpatía puede ser una causa de introducción inconsciente de desviaciones en los resultados de los experimentos. A partir de este momento tendré que poner en prácticas las herramientas mencionadas en las lecturas del tema para evitar estos sesgos. Planificaré los experimentos de antemano con la mayor precisión posible, grabaré todos los datos, no borraré ninguno y repasaré varias veces las conclusiones tratando de evitar caer en este vicio

Con estas precauciones espero que mi investigación genere datos válidos y pueda contribuir al desarrollo del conocimiento.


domingo, 4 de enero de 2015

Mi nombre científico (T9)

Actualmente tengo dos publicaciones disponibles en la red: una contribución a un congreso y un artículo de revista. Yo me paré a pensar sobre mi nombre científico después de publicar la contribución al congreso y decidí que publicaría con mi nombre y primer apellido (Alberto Berrueta). Un poco tarde, porque este primer documento lo había publicado con mis dos apellidos. El apellido Berrueta no es muy común, por eso decidí utilizar este nombre y no incluir mi segundo apellido.

Al acceder a Google Académico y realizar la búsqueda AlbertoBerrueta, estas dos publicaciones se encuentran en quinto y séptimo lugar y el resto de resultados no tienen nada que ver conmigo. De hecho, si se añaden las comillas buscando “Alberto Berrueta”, Google únicamente genera tres resultados que son mis dos publicaciones (una de ellas está repetida). Si se busca solo por la inicial de mi nombre y mi apellido (“A. Berrueta”) se encuentran multitud de publicaciones de un profesor de Química Aplicada de la UPV (Luis Ángel Berrueta). Este “lejano familiar” mío firma siempre con sus dos nombres y su apellido (L. A. Berrueta), por lo que rápidamente el internauta se da cuenda de que no se corresponde con mi nombre y se elimina cualquier posible ambigüedad.

Por último, he buscado en Google mi nombre: ”AlbertoBerrueta” y, de los diez primeros resultados, todos se corresponden conmigo excepto el cuarto (que es el perfil de Facebook de un tocayo venezolano) y el octavo (el registro como trabajador autónomo de otro tocayo vizcaíno). Además, en las seis primeras imágenes que muestra Google Imágenes salgo yo.


Por tanto, el nombre de Alberto Berrueta es suficientemente “raro” tanto en el sector académico como en Internet en general como para poder ser identificado de forma biunívoca.

Indicadores de calidad en la investigación (T7 y T8)

Para definir los indicadores de calidad de cualquier actividad es necesario establecer primero los objetivos de la misma. De esta forma, los indicadores de calidad se utilizan para medir el grado de consecución de estos objetivos.

Como comenté en la primera entrada de este blog, hago la tesis en el área de Ingeniería Eléctrica. La tesis está enmarcada dentro de la investigación del grupo Ingeper, por lo que mis objetivos se alinean con los del grupo. Como cualquier persona u organismo dedicado a la investigación, queremos difundir nuestro trabajo publicándolo en revistas especializadas, tanto para difundir los resultados como para justificar que la financiación que recibimos se dedica al fin que le corresponde. Efectivamente, como se comenta en el Libro de Texto, el factor de impacto es el principal indicador de calidad que utilizamos para elegir una u otra revista.

Sin embargo, el campo de las energías renovables, en el que investiga el grupo Ingeper, está en plena explotación industrial y trabajamos conjuntamente con varias empresas de este sector. En este sentido, el principal objetivo de mi tesis es obtener resultados útiles para el desarrollo de las energías renovables que sean exportables a la industria y contribuyan activamente en la mejora de la generación eléctrica a partir de este tipo de fuentes energéticas. Por ello, a priori no me preocupa tanto la publicación de mis resultados en una revista con mayor o menor factor de impacto, sino extraer conclusiones que permitan implementar mejoras en mi campo de estudio. Este objetivo no tiene un indicador de calidad tan objetivo como el factor de impacto, pero se puede medir, por ejemplo, mediante el interés por mi trabajo que muestra tanto el grupo de investigación como las empresas que siguen dedicando recursos económicos, materiales y personales para colaborar con la Universidad en estos temas.


En conclusión, el factor de impacto es el indicador objetivo que usamos para medir la calidad de la publicación de resultados. Desde mi punto de vista sirve para que una persona que no conoce al investigador o al grupo de investigación que publica, y que no necesariamente es experta en la materia en cuestión, pueda evaluar de forma rápida su trabajo. Sin embargo, desde el punto de vista del investigador, creo que no hay que obsesionarse con publicar y publicar en revistas del mayor índice de impacto posible, ya que la calidad de una investigación particular va más ligada al cumplimiento de sus objetivos específicos que a la obtención de publicaciones excelentes.