miércoles, 18 de febrero de 2015

¿Y después de la tesis? (T12)

Tal como se detalla en este tema del blog libro de texto, al terminar la tesis comienza la carrera investigadora. En la actualidad, como se menciona en una de las entradas enlazadas, este comienzo viene marcado por la necesidad de exprimir el trabajo realizado en el periodo predoctoral publicándolo en revistas especializadas. Por una parte, la publicación de estos resultados puede ser positiva para que se sometan a una revisión más cuidadosa, se analicen más a fondo las conclusiones y se difunda el trabajo realizado en la tesis con mayor efectividad. Sin embargo, una excesiva presión por la publicación de estos artículos no es buena para el desarrollo de la carrera investigadora del nuevo doctor, ya que se ve obligado a compaginar su trabajo investigador con la redacción de estos artículos.
 
El artículo que publica José Manuel Sánchez Ron en El País “Juventud, maldito tesoro” me ha parecido especialmente motivador para nosotros. El estereotipo que yo tengo de un investigador o científico prestigioso, autor de descubrimientos importantes, es una persona mayor, canosa, similar a las imágenes de Einstein u otros científicos que estamos acostumbrados a ver. Después de leer el artículo de Sánchez Ron creo que este estereotipo se debe a que, como explica el autor, estos científicos quizás hayan realizado sus descubrimientos más importantes durante su juventud, pero no es hasta pasados varios años, cuando ya han alcanzado una edad más avanzada, cuando se comienza a apreciar el verdadero potencial de los mismos y se reconoce su importancia. Tras leer el artículo me he dado cuenta de que merece la pena aprovechar al máximo estos primeros años en el mundo de la investigación. De hecho, si voy a hacer un descubrimiento importante es probable que sea dentro de poco ;).

A efectos prácticos, lo que más cerca nos queda (aunque en mi caso todavía está bastante lejos) es el postdoc. A mí me parece una etapa bonita, en la que el investigador ya tiene una experiencia de varios años en su campo y dedica la mayor parte de su horario laboral a la investigación, por lo que puede ser una de las etapas más productivas de su carrera. Po otra parte, dado que suele realizarse en una institución diferente a la que se ha hecho la tesis, se conocen nuevas formas de afrontar los problemas y de organizar el trabajo. Además, con las facilidades de las que disponemos (internet, becas, medios de transporte…) es factible realizar el postdoc en un país de cultura diferente al de origen del investigador. En este caso, además del enriquecimiento científico que ya se ha mencionado, es una etapa de crecimiento cultural muy enriquecedora a nivel personal. Y si durante este tiempo el investigador está a gusto con su trabajo y tiene mejores expectativas de futuro en su nuevo país de trabajo que las que se le ofrecen desde España pues sí, efectivamente, habrá “fuga de cerebros”.

viernes, 13 de febrero de 2015

El círculo Ciencia-Tecnología-Sociedad (T11)



La orientación de la investigación hacia resultados útiles para el desarrollo de la industria y de la sociedad es una de las características principales de la investigación en ingeniería. En ciencias más “duras” como las matemáticas, la física, etc. es más entendible que se lleven a cabo investigaciones que no se plasmen en aplicaciones reales, al menos a corto plazo. Desde mi punto de vista este hecho es razonable y normal, ya que la producción científica de estas áreas es la materia prima de otras (como la propia ingeniería) que son las que lo trasladan a la sociedad en forma de avances tecnológicos. En muchas ocasiones es difícil valorar  si un tema concreto de investigación se va a convertir en un avance tecnológico o va a morir en folios llenos de texto y fórmulas. Por lo tanto creo que está bien que los investigadores tengamos presente la búsqueda de aplicaciones útiles para nuestras investigaciones, pero tampoco hay que olvidar que a veces pueden tener sentido investigaciones menos aplicables, ya que en un futuro se pueden convertir en herramientas indispensables para otros investigadores.

Respecto a la primera de las entradas de este tema, el texto que más me ha llamado la atención es el del INE. Son interesantes los comentarios que hace sobre los indicadores de percepción pública de la ciencia, que clasifica en tres grupos: indicadores de cultura científica, de implicación y de actitud. Mediante esta clasificación, ese apartado del texto me ha ayudado a analizar más en profundidad las diferentes actitudes que se pueden adoptar ante la ciencia. Del análisis que lleva a cabo sobre la innovación en España a lo largo de las últimas décadas, no es que me hayan llamado la atención sus afirmaciones, porque ya sabemos el lugar que ocupamos a nivel europeo. Sin embargo ha sido interesante leer los datos concretos y las conclusiones a las que llegan los autores. Me ha resultado especialmente curioso el cuadro en el que se analiza el porcentaje de hogares españoles que disponen de bienes de contenido tecnológico.

La otra entrada que he leído ha sido la de “Cambio deliderazgo en la ciencia mundial”. Desde hace bastante tiempo se está viendo que China no para de crecer y su potencial de seguir creciendo parece inagotable. Años atrás su única ventaja competitiva era que trabajaban mucho y muy barato, aunque la calidad de sus productos era deficiente y la tecnología que usaban bastante obsoleta. Sin embargo,  en los últimos años, su modelo de economía está cambiando de forma espectacular. Le dan cada vez más importancia a la calidad de los productos y del servicio que prestan, cualidades que habían sido la principal baza competitiva de los países occidentales. Desde mi punto de vista, el aumento de producción científica es una manifestación de este interés por la calidad en sus productos. 

Tal como se ha venido demostrando últimamente, cuando los chinos van en una dirección, arrasan. Está claro que, al igual que ha pasado con el sector productivo, va a ser muy difícil competir con ellos a nivel de investigación, pero sin duda vamos a estar ahí dando el callo.  

lunes, 26 de enero de 2015

El fraude en ciencia (T10)

Una reflexión sobre el fraude y la ética, como la que se hace a través de los textos que se han propuesto, es fundamental para un investigador. Las personas que nos dedicamos a la investigación debemos ser conscientes de la facilidad de caer en este vicio y tomar las precauciones necesarias para evitarlo.

El tema que más me ha llamado la atención ha sido la publicación de resultados negativos. Los ejemplos que menciona Ben Goldacre en el video de Ted Talks son sin duda escandalosos. Mediante la publicación de resultados científicos rigurosos se está engañando a los lectores, ya que se ocultan otros experimentos igualmente rigurosos en los que el resultado ha sido el opuesto. Este ejemplo es un extremo, ya que las compañías farmacéuticas utilizan publicaciones científicas para avalar sus productos y, dada la cantidad de dinero que se genera, tienen un gran interés por obtener resultados positivos. En otros campos de la investigación, en los que el objetivo está más centrado en obtener conocimiento válido, el incentivo para introducir desviaciones en los resultados es menor.

El resto de lecturas del Libro de Texto me han hecho reflexionar sobre posibles incentivos a introducir desviaciones, muchas veces de forma inconsciente, en los resultados de las investigaciones. Llevado a mi campo de investigación, después de trabajar cierto tiempo con baterías de litio inevitablemente se les coge simpatía. Con simpatía me refiero a que cuando veo cualquier sistema eléctrico me da la impresión de que con una batería de litio podría funcionar mucho mejor, a que me siento, de cierta forma, orgulloso de las buenas características de estas baterías y a que, cuando alguien les saca algún inconveniente, las defiendo a capa y espada. Esta simpatía puede ser una causa de introducción inconsciente de desviaciones en los resultados de los experimentos. A partir de este momento tendré que poner en prácticas las herramientas mencionadas en las lecturas del tema para evitar estos sesgos. Planificaré los experimentos de antemano con la mayor precisión posible, grabaré todos los datos, no borraré ninguno y repasaré varias veces las conclusiones tratando de evitar caer en este vicio

Con estas precauciones espero que mi investigación genere datos válidos y pueda contribuir al desarrollo del conocimiento.


domingo, 4 de enero de 2015

Mi nombre científico (T9)

Actualmente tengo dos publicaciones disponibles en la red: una contribución a un congreso y un artículo de revista. Yo me paré a pensar sobre mi nombre científico después de publicar la contribución al congreso y decidí que publicaría con mi nombre y primer apellido (Alberto Berrueta). Un poco tarde, porque este primer documento lo había publicado con mis dos apellidos. El apellido Berrueta no es muy común, por eso decidí utilizar este nombre y no incluir mi segundo apellido.

Al acceder a Google Académico y realizar la búsqueda AlbertoBerrueta, estas dos publicaciones se encuentran en quinto y séptimo lugar y el resto de resultados no tienen nada que ver conmigo. De hecho, si se añaden las comillas buscando “Alberto Berrueta”, Google únicamente genera tres resultados que son mis dos publicaciones (una de ellas está repetida). Si se busca solo por la inicial de mi nombre y mi apellido (“A. Berrueta”) se encuentran multitud de publicaciones de un profesor de Química Aplicada de la UPV (Luis Ángel Berrueta). Este “lejano familiar” mío firma siempre con sus dos nombres y su apellido (L. A. Berrueta), por lo que rápidamente el internauta se da cuenda de que no se corresponde con mi nombre y se elimina cualquier posible ambigüedad.

Por último, he buscado en Google mi nombre: ”AlbertoBerrueta” y, de los diez primeros resultados, todos se corresponden conmigo excepto el cuarto (que es el perfil de Facebook de un tocayo venezolano) y el octavo (el registro como trabajador autónomo de otro tocayo vizcaíno). Además, en las seis primeras imágenes que muestra Google Imágenes salgo yo.


Por tanto, el nombre de Alberto Berrueta es suficientemente “raro” tanto en el sector académico como en Internet en general como para poder ser identificado de forma biunívoca.

Indicadores de calidad en la investigación (T7 y T8)

Para definir los indicadores de calidad de cualquier actividad es necesario establecer primero los objetivos de la misma. De esta forma, los indicadores de calidad se utilizan para medir el grado de consecución de estos objetivos.

Como comenté en la primera entrada de este blog, hago la tesis en el área de Ingeniería Eléctrica. La tesis está enmarcada dentro de la investigación del grupo Ingeper, por lo que mis objetivos se alinean con los del grupo. Como cualquier persona u organismo dedicado a la investigación, queremos difundir nuestro trabajo publicándolo en revistas especializadas, tanto para difundir los resultados como para justificar que la financiación que recibimos se dedica al fin que le corresponde. Efectivamente, como se comenta en el Libro de Texto, el factor de impacto es el principal indicador de calidad que utilizamos para elegir una u otra revista.

Sin embargo, el campo de las energías renovables, en el que investiga el grupo Ingeper, está en plena explotación industrial y trabajamos conjuntamente con varias empresas de este sector. En este sentido, el principal objetivo de mi tesis es obtener resultados útiles para el desarrollo de las energías renovables que sean exportables a la industria y contribuyan activamente en la mejora de la generación eléctrica a partir de este tipo de fuentes energéticas. Por ello, a priori no me preocupa tanto la publicación de mis resultados en una revista con mayor o menor factor de impacto, sino extraer conclusiones que permitan implementar mejoras en mi campo de estudio. Este objetivo no tiene un indicador de calidad tan objetivo como el factor de impacto, pero se puede medir, por ejemplo, mediante el interés por mi trabajo que muestra tanto el grupo de investigación como las empresas que siguen dedicando recursos económicos, materiales y personales para colaborar con la Universidad en estos temas.


En conclusión, el factor de impacto es el indicador objetivo que usamos para medir la calidad de la publicación de resultados. Desde mi punto de vista sirve para que una persona que no conoce al investigador o al grupo de investigación que publica, y que no necesariamente es experta en la materia en cuestión, pueda evaluar de forma rápida su trabajo. Sin embargo, desde el punto de vista del investigador, creo que no hay que obsesionarse con publicar y publicar en revistas del mayor índice de impacto posible, ya que la calidad de una investigación particular va más ligada al cumplimiento de sus objetivos específicos que a la obtención de publicaciones excelentes.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

El documento científico (T6)

La sesión presencial del viernes pasado se desarrolló en la biblioteca de la UPNA. Allí tuvimos la oportunidad de tocar físicamente las revistas que tan a menudo leemos en su versión digital. Bueno, la verdad es que las mismas no, porque desde hace unos años ya no se reciben en formato papel, pero como muestra sirven.

Me gustó mucho el trabajo que hicimos en grupo María, Jacobo, Mustapha y yo. Las revistas que nos presentó María sobre Biomedicina no me sorprendieron demasiado. El formato es parecido a las que acostumbro a utilizar yo en Ingeniería Eléctrica, con la estructura típica IMRAD, el texto en dos columnas, bastantes gráficos y tablas y las citas bibliográficas numeradas en orden de aparición. Las revistas de Mustapha sobre Sociología eran algo diferentes. Él nos explicó que las publicaciones de este tipo de disciplinas tienen una importante componente de trabajo de campo, con estudios estadísticos o de otro tipo que les permitan corroborar sus hipótesis. El formato del texto es diferente al que he comentado antes, no siempre se sigue exactamente la estructura IMRAD  y las referencias bibliográficas se citan también de diferente forma. La revista de derecho que nos trajo Jacobo fue la que más me sorprendió. Era literalmente un libro. Cada artículo era un capítulo de unas 40 páginas cuya estructura depende de la inspiración del autor o, más bien, de lo que se adapte mejor a la idea que quiere transmitir. En todo el libro no había una sola figura ni una gráfica y las notas al pie de página ocupaban varias líneas en casi todas las páginas. No me dio tiempo de leer ningún trozo, pero según nos comentó Jacobo se utiliza un lenguaje muy arcaico, plagado de latinismos, retórico y difícil de comprender. En disciplinas ingenieriles es impensable utilizar un lenguaje complicado, más bien al contrario, a veces quizás pequemos de simplistas por intentar ir al grano. Jacobo comentó que en Derecho se empieza a notar una tendencia simplificadora que él considera muy positiva, y yo comparto su opinión.

Voy a dar un dato que me ha llamado un poco la atención y me parece gracioso para comentar aquí. Yo soy el último del grupo de trabajo que hago esta Tarea 6, que me ha ocupado 665 palabras. Al leer la de mis compañeros veo que a María (Biomedicina) le ocupa unas 625, a Mustapha (Sociología) unas 920 y a Jacobo (Derecho) 920 también. ¿Hay relación con la disciplina o es casualidad?

Me gustaría rescatar el tema que tratamos sobre revistas Open Access en las que el autor paga por publicar, y aprovecho para referirme a la vez a los congresos, ya que los investigadores que presentan un trabajo tienen que pagar también su inscripción como cualquier otro asistente. En estos casos en los que tanto el autor como la revista tienen un incentivo en el corto plazo que les impulsa a publicar (léase dinero por una parte y currículum por la otra), se corre el riesgo de publicar trabajos sin interés real. Hay una página web (Scholarly Open Access), que todavía no he tenido tiempo de ver con detalle, en la que se trata enprofundidad este problema publicando información con bastante frecuencia. Los recursos que más me llaman la atención son dos listas casi interminables de revistas y editoriales que se califican como “potential, possible, or probable predatory”. Seguro que el autor, Jeffrey Beall, un bibliotecario de Colorado, no ha hecho muchos amigos al publicarlo. Como último detalle curioso relacionado con este tema quiero enseñaros esta herramienta online ideada por estudiantes del MIT que crea automáticamente papers para congresos de Ingeniería Informática. Pero es que lo mejor no es la herramienta, es que uno de estos papers sin sentido generados automáticamente por un ordenador fue aceptado en un congreso. Los detalles los cuentan en la web que os dejo. Os pongo a continuación un paper que acabo de “escribir” en menos de 10 segundos.