Tal como se detalla en este tema del blog libro de texto, al terminar la tesis comienza la carrera investigadora. En la actualidad, como se menciona en una de las entradas enlazadas, este comienzo viene marcado por la necesidad de exprimir el trabajo realizado en el periodo predoctoral publicándolo en revistas especializadas. Por una parte, la publicación de estos resultados puede ser positiva para que se sometan a una revisión más cuidadosa, se analicen más a fondo las conclusiones y se difunda el trabajo realizado en la tesis con mayor efectividad. Sin embargo, una excesiva presión por la publicación de estos artículos no es buena para el desarrollo de la carrera investigadora del nuevo doctor, ya que se ve obligado a compaginar su trabajo investigador con la redacción de estos artículos.


A efectos prácticos, lo que más cerca nos queda (aunque en mi caso todavía está bastante lejos) es el postdoc. A mí me parece una etapa bonita, en la que el investigador ya tiene una experiencia de varios años en su campo y dedica la mayor parte de su horario laboral a la investigación, por lo que puede ser una de las etapas más productivas de su carrera. Po otra parte, dado que suele realizarse en una institución diferente a la que se ha hecho la tesis, se conocen nuevas formas de afrontar los problemas y de organizar el trabajo. Además, con las facilidades de las que disponemos (internet, becas, medios de transporte…) es factible realizar el postdoc en un país de cultura diferente al de origen del investigador. En este caso, además del enriquecimiento científico que ya se ha mencionado, es una etapa de crecimiento cultural muy enriquecedora a nivel personal. Y si durante este tiempo el investigador está a gusto con su trabajo y tiene mejores expectativas de futuro en su nuevo país de trabajo que las que se le ofrecen desde España pues sí, efectivamente, habrá “fuga de cerebros”.